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El patinete.

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Esta historia está basada en hechos reales.

El despertador irrumpió como un relámpago a una hora todavía demasiado temprana, aún estaba oscuro y , aunque mi cliente se despertaba siempre entre las 5:30 de la mañana y las 6, tenía la sensación de no haber descansado. Supongo que pensaría que algún día su “yo” que se acuesta se encontraría por el pasillo con su “yo” que se levantaba. No le gustaba levantarse antes de las 6 porque ese programa de la radio de noticias que siempre le acompaña por la mañana todavía no había empezado.

Para él, el inicio de los noticiarios a las 6 marcaba la frontera entre la noche y la mañana, si se levantaba a las 5 era de noche, si era a las 6 ya era de día.

Pero mi cliente era y es un emprendedor, un empresario, uno de esos que ha de aguantar impuestos que le corta su crecimiento, obligaciones técnicas  y jurídicas ( algunas con sentido y otras sin él).

Como muchas de las actuales PYMES, él había heredado esa empresa de sus padres: una tienda de bicicletas que ya medio inauguró su abuelo sin saberlo ya que las reparaba en los tiempos donde una bicicleta era un lujo.

Pero mi cliente, una persona de cuarenta y tantos que había vivido ya dos o tres crisis y un país que vive en una continua, es un luchador y además, tiene ese ingrediente que se asemeja mucho a quienes cruzan la trinchera enemiga para abatir al enemigo, valor que, en el caso de los negocios, se llama, además, pasión; le encantan los vehículos a dos ruedas.

Así que mi cliente, en su día, introdujo las motos y ahora ha introducido los patinetes

Bueno, lo hizo hace dos o tres años cuando vio que iba a haber mercado.

Tiene una tienda/taller pequeña, tiene cuatro trabajadores, lo que es un logro, un chico en recepción, una compañera en administración que conoció en el módulo de márketing que hizo en su día y dos amigos de aquellos años en los que hizo el otro módulo en mecánica que atienden en el taller.

Mi cliente es de esos que, pese a ser el jefe, le gusta engrasarse las manos, así que, su labor como gerente de la empresa suele ejercerlo cuando llega por la noche a casa, tras cenar con su mujer y sud dos hijos de 14 y 11 años.

Pues bien, esa mañana hacía un año que había lanzado al mercado una mejora en un patinete

Consistía en un airbag instalado en el manillar que saltaba en caso de choque frontal y que ya estaba vendiendo en una cadena provincial de vehículos a motor y ese día tenía una reunión importante con representantes de una famosa empresa internacional dedicada al deporte que quería venderla en sus tiendas así que, el locutor de ese programa radiofónico  que acababa a las 6, no sonaba tan mal.

Además, en este día algo frio en Asturias, iba a ver los resultados de la web que había abierto justo hace un año , se reunía con alguien que le había vendido web, posicionamiento, SEO y SEM que le costaba al mes unos 100 € más 3000 euros que tuvo que pagar por este portal online.

Llegó el primero a la tienda, como siempre, encendió las luces, puso la radio – siempre la radio- de fondo y se metió en la oficina para limpiarla y prepararla para estos clientes tan especiales.

Allá a las 10 de la mañana, más o menos, llegaron los representantes de esa cadena, parecían extranjeros, por lo que me comentó, alemanes, una chica y un chico, rubios y con acento, como él me comentó, así, “raro”.

Ante él le propusieron un pago de 20.000 euros por comercializar sus patines  y un 15% de los beneficios de las ventas de ese modelo, seguramente su corazón se aceleraría porque con ese dinero podía sanear sus cuentas . Firmó el contrato casi sin pestañear ¡vaya filón!.

Contento con el acuerdo, llamó a su mujer y, cuando llegaron los compañeros, se fueron a almorzar al bar de enfrente, un bar asturiano donde el comer es una religión.

Pero, como si se tratara de la última cena pero sin saberlo, esos bocados se le iba a atragantar en breve.

Al llegar al despacho tenía una carta, una carta de la AEPD ¿qué es la AEPD? La Agencia Española de Protección de Datos donde se le anunciaba la incoación de un procedimiento de sanción por no tener la web adecuada.

“Pero si esto se lo encargué al tipo este de la web”

me dijo cuando vino al despacho, pero yo no pude más que decirle que el Responsable de Tratamiento era él y que la política de privacidad que tenía en su web, era un copia y pega sin sentido, no tenía la empresa adaptada, no tenía RAT y en la web donde se hacían compras online pero sin una store incorporada sino a través de un box de contacto donde se subían los datos de los compradores, no tenía primera capa y para más inri, ni se mencionaba esta operación en la política de privacidad. El aviso legal daba a una página error y de las cookies ni hablamos.  Pese a que alegué lo que pude le cayó una sanción de cinco cifras meses después.

De todas formas él estaba tranquilo porque iba a cobrar esos 20.000 euros así que, continuó con la marcha, yo le recomendé que adaptara la empresa al RGPD y le pasé presupuesto y me dijo que “lo pensaría” que ahora “estaba con otras cosas”, entre otras, vigilar el desarrollo de ventas de su patinetag ( patinete con airbag) como así lo denominó.

No lo volví a ver hasta unos 9 meses después

cuando me pidió cita, su voz, entrecortada y casi llorando me asustó tremendamente, le di cita ese mismo día.

Al venir me contó que la cadena internacional con la que había contratado la distribución de su patinete, había roto el contrato, por lo visto había una cláusula donde se decía que si no se alcanzaba cierto nivel de ventas en 8 meses, tenía que devolver la mitad de los 20.000 euros y , por supuesto, nada de ese 15% de ventas porque no se hacía al mes sino anual, pero, sorprendentemente, la cadena había sacado un patinete con airbag clavado al suyo pero con algún elemento más que no soy capaz de recordar. Me contó que esa tienda de ámbito provincial y que había dado el salto a Andalucía y Valencia donde ya vendía su patinete, había dejado de venderla porque la cadena internacional, tras la firma del contrato, tenía la exclusividad de la distribución y por lo tanto, le exhortó a que dejaran de venderla.

Una infracción de propiedad industrial.

Yo le dije que lo que había hecho la cadena internacional era una infracción de patente o de modelo de utilidad y que, desde luego, llamarla PatinARG con un dibujo igual al suyo, podía constituir una infracción de marca, el tema estaba claro pero, para mi sorpresa, jamás registró el invento ( o mejora) ni registró la marca del patinete.

Ahora había que meterse en un proceso de competencia desleal, caro, inseguro para el que las cuentas de la PYME no estaban preparadas. Meses después me enteré que la competencia le había vuelto a denunciar a la AEPD porque la implantación que había hecho a una empresa que se lo hacía más barato, no le dijo nada de las brechas de seguridad y tuvo una.

Al final, mi cliente tuvo que despedir a la chica de recepción, sus planes de expansión se quedaron en nada y ahora, con la COVID no sé cómo le irá

Este relato está basado en hechos reales, en retales de mi experiencia de cómo he visto que muchos de mis clientes actúan, de los riesgos que atisbo en su proceder.

Una historia que, seguro, ha sido real en algún momento o lo puede ser, por ello, para evitarla, conviene prestar atención a esos aspectos que no se ven de la empresa, a los activos intangibles, aparentemente no importan porque no se ven y porque el día a día, como a mi cliente, hace que se tenga otras prioridades  y no se pueda atender a aquello que se piensa que es secundario pero, qué duda cabe que estos aspectos son MUY importantes como lo es tener un abogado que te asesore.

Francisco Adán

Francisco Adán Cataño

Abogado especializado en Propiedad intelectual y protección de datos.